viernes, 8 de octubre de 2010

Videojuegos públicos, videojuegos privados

Por CHARLIE SERRA

Una semana atrás, un alumno del secundario me contaba que durante el Día de la Primavera había ido a Sacoa. Yo, viviendo mis treinta y tres años melancólicamente, le hablé de cómo ese Salón de videojuegos era una gran cosa en los años 80, habiéndose reducido a nada en la actualidad.

Probablemente la angustia del Tempus fugit haya envenenado mis palabras; sin embargo, hay cuestiones notables que se ponían de mi lado. Durante los años 80, el videojuego era, antes que nada, una cosa pública. El salón de arcades constituía entonces para la juventud curiosa lo que el club social fue en otra época: un lugar cultural de novedades, movimientos, seducciones, conversaciones, disputas. Hoy el videojuego está principalmente relegado al ámbito privado, y un espacio como Sacoa, se encuentra lleno de tontos entretenimientos familiares.

Es que 30 años después, habiendo superado tecnológicamente fronteras distantes, el videojuego ha perdido ese gancho que reunía en espacios públicos a multitudes de jóvenes: la ilusión del futuro de ciencia ficción y la ingenua atracción por lo nuevo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Coincido totalmente, probablemente se deba también a que los arcade dejaron de ser negocio por la proliferación de consolas, ahora lo último en videojuegos se juega en casa, antes era al revés. Saludos, me encantó el artículo.

Rayosycentellas dijo...

Me alegro que te haya gustado el artículo y gracias por tu opinión.

Saludos.
Claudio